Como creo que todos hemos visto ya unas cuantas veces el discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford (y si no lo has visto pincha aquí porque merece la pena), lo que voy a decir ahora no te va resultar nada original. Pero es lo que me ha pasado a mi.
Al plantearme este proyecto de empresa consultora independiente, han tomado sentido muchas de las experiencias que he tenido a lo largo de mi vida. Experiencias que van desde la época universitaria -en la que los trabajos voluntarios me ocupaban más tiempo que el que a mis padres y profesores les hubiera gustado-, hasta los 8 años que estuve al frente de una Dirección General en el Gobierno Vasco.
Con una constancia no calculada inicialmente y una implicación creciente, a lo largo de 20 años he colaborado de una forma u otra en contiendas electorales de todo tipo. Esto me ha permitido tener una idea clara de lo que hay que hacer para mejorar los resultados electorales, o por lo menos de lo que no hay que hacer, que no es poco. Y por mucho que lo pueda parecer, no es un problema de gastarse más o menos en propaganda. La asignatura pendiente es la propia organización de los partidos orientada al votante.
Toda esa experiencia, la he podido contrastar y ordenar gracias a la asistencia a numerosos cursos y seminarios, y a los muchos euros gastados en operadoras de comunicación conversando con colegas y amigos.
Desde la perspectiva veo que ha sido una evolución casi natural hasta el presente, pero no por ello carente de pequeñas o grandes transformaciones. A riesgo de ser injusto, quisiera destacar una de entre todas; mi relación con el consultor político Juan Ignacio Marcos Lekuona. Su visión, dilatada experiencia de la acción pública en sus dos vertientes (Administración y organizaciones políticas) e ideas radicales, han sido continua fuente de inspiración.
En mi trabajo en la Administración Pública, tuve ocasión de poner en práctica muchas de estas ideas. A la hora de cumplir los objetivos, pude comprobar con cierto asombro la fuerza transformadora de los pequeños cambios y la importancia de la planificación estratégica en la Dirección Pública, siempre que no sea obsesiva.
Pero lo que más me llamó la atención en ese periodo en la Administración Pública, es la falta de entendimiento entre los políticos y los técnicos. Yo estaba en contacto permanente con unos y con otros, y te puedo asegurar que, mejorando ese lugar común con habilidades directivas, los objetivos de las Administraciones se cumplirían sin mayores consecuencias.
Ahora estoy en este proyecto ilusionante, desde el que quiero poner a tu servicio toda mi experiencia, mi red de contactos, mi tiempo y dedicación.